—Me gusta cuando callas.
—Porque estoy como ausente.
—No lo pillo.

—¿Me estás evitando?
—No, lo intentaba.

Vivir es sortear todos los hijos de puta que se pueda.

Que Dios te guarde, y ojalá se le olvide dónde.

—Madre mía, cómo se nota el cambio de hora, son las 18:00 y ya es de noche.
—No, es el apocalipsis.
—Ah.

—Tú me completas.
—Eres el cliente de esta ortopedia más gilipollas.

—No hagamos de esto un drama.
—Pues entonces tú me dirás, Hamlet.

—Adiós. Digale al cocinero que estaban crudas las gambas de Cádiz.
—Huelva.
—No, no pienso volver.

Acabo de hacer el cambio de armario y no me vale ninguna prenda de mi hijo.

Nunca he hablado del drama que es que te confundan cuando vas por la calle con Scarlett Johanson. Me pasa a diario. No puedo más.

La vida puede ser maravillosa, pero está llena de gente.

Estoy a dieta, solo tomaré una porción.

—Te dejo. Estoy harta de tus respuestas frías y distantes.
—Ok.

El mejor homenaje a Chandler, y a Matthew, es seguir practicando el sarcasmo en los peores momentos.

Kate debe estar devastada. Primero Luke, y ahora Matthew.

Descansa en paz. Nunca te olvidaremos, como te llamaras.

—Siento que te estás distanciando de mí.
—¿Por qué cree usted eso?

—A mí no me quieres como a Iván, mamá.
—Eso no es verdad, os quiero a los dos igual, hermano de Iván.