El verdadero orgullo desprecia tanto lo que alcanza, que se convierte en humildad.

La historia claramente demuestra que gobernar es tarea que excede la capacidad del hombre.

Entre dos teorías que se contradicen, hay que escoger; pero hay que vivir con la contradicción entre dos evidencias.

La filosofía es actitud solitaria.
La adhesión de cualquier muchedumbre a una doctrina la convierte en mitología.

Los límites de la ciencia se revelan con mayor claridad a la luz creciente de sus triunfos.

Las ideas pronto datan. La inteligencia no data.

Entre las contribuciones culturales del catolicismo no fue la menos valiosa su clima espiritual desfavorable a las actividades económicas.
El elogio de la codicia, disfrazado en elogio al trabajo, no floreció en tiempos medievales.

La plebe siempre pierde; los jefes de la plebe siempre ganan.

No hay sino un absolutismo legítimo: el que reprime un absolutismo de la plebe.

El historiador que habla de causa, y no de causas, debe ser dado de baja inmediatamente.

El hombre se esfuerza en demostrar para eludir el riesgo finalmente ineludible de asumir.

Los hombres se reparten entre los que se complican la vida para ganarse el alma y los que se gastan el alma para facilitarse la vida.

Cristiana no es la sociedad donde nadie peca, sino aquella donde muchos se arrepienten.

Ni pensar prepara a vivir, ni vivir prepara a pensar.

Toda demostración desilusiona, como todo sueño cumplido.
La incertidumbre es el clima del alma.

El calor humano disminuye en una sociedad a medida que su legislación se perfecciona.

El hombre es un problema sin solución humana.

Más que cristiano, quizá soy un pagano que cree en Cristo.

La tradición no es texto sino manera de leerlo.

La contribución de la libertad a nuestras obras poco cuenta, comparada a las contribuciones de la necesidad y de la gracia.